No hay peor ciego que el que no quiere ver

El esta ahí aunque no lo veamos dentro nuestro.
Nos otorga el libre albedrío, aunque el destino esté predeterminado. Evaluando así quienes somos.
Sabe lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos, aún estando solos.
Nos dio sus dones, como seres creativos que somos, para hacer el bien.
Nos escucha, aunque estemos en silencio.
Nos enseña, aunque no entendamos su camino. Nos otorga ventajas y nos castiga, como un padre lo hace con su hijo cuando no logra enseñarle , sin querer herirlo, sino tratando de que aprenda a partir del dolor por no haber podido aprender por el camino del amor, lamentándose por tener que tener que actuar así .
Nos regala la fe, la vida, los sentidos, la luz, las leyes y la dignidad.
Nos da siempre una nueva oportunidad para corregir errores, para cambiar positivamente, evolucionar y subir escalones.
Se manifiesta en la naturaleza, cubriendo la tierra de bosques y ríos.
Está presente en los seres vivos: animales y plantas que embellecen nuestro planeta.
Nos sorprende con el amor y la felicidad.
Nos lleva con él cuando ya hemos cumplido con nuestra misión en este mundo. Nos perdona, nos cura, protege de nuestros enemigos.

Nos conduce por caminos irracionales, a veces, para llegar a un buen puerto.

Nos regala la lluvia para regar nuestros campos y beber.
Posee paciencia y elige a sus seguidores, minuciosamente, porque es un privilegio servirle y agradecerle.